lunes, 15 de noviembre de 2010

Capítulo XX

02 de septiembre de 2009

Sin lugar a dudas, la frase de la semana fue aportada una vez más por Cristina Fernández de Kirchner. El jueves, vestida de rojo en el predio de la AFA con Don Julio Grondona bien trajeado a la derecha y el Diego empilchado de DT del lado presidencial, CFK volvió a embalarse y dijo:
No es posible que sólo el que pueda pagar pueda mirar un partido, que además secuestren los goles hasta el domingo aunque pagues igual, como te secuestran la palabra o te secuestran las imágenes, como antes secuestraron y desaparecieron a 30.000 argentinos.
Evitaremos polemizar sobre la oportunidad, la certeza histórica y el buen gusto de esas palabras alocadas, ya que de eso se encargaron desde un Premio Nóbel de la Paz como Adolfo Pérez Esquivel a una dirigente de los Derechos Humanos como Adriana Calvo de Laborde, a quienes les sobran razones corporales para sentirse ofendidos por el tremendo pelotazo a la tribuna que metió la presidenta. Sólo un comentario al respecto: sigue siendo impresionante la capacidad desarrollada por el matrimonio Kirchner para meter hasta las que consideran buenas noticias en el revoltijo sanguinolento de la historia. Cuesta creer que alguien tan prudente y perseverante a la hora de protagonizar  calladas epopeyas como Estela de Carlotto avale la ya desmesurada utilización de tantos asesinatos (30 mil u 8 mil lo mismo dan) en pos de una revolución detrás de la cual todo huele a grandísimos negocios.
Hay que decirlo: la Presidenta faltó a la verdad, el jueves, cuando anunció que ahora el fútbol será financiado con fondos de la publicidad oficial. Primero, porque los 380 millones de pesos destinados a esa cuenta alcanzan para cubrir apenas un poquito más de la mitad de los 600 millones  garantizados por el Estado a la AFA para arrebatarle el  curro (“trabajo” y “estafa” son dos acepciones aceptadas para el término por la Real Academia) al Grupo Clarín. Nadie anunció oficialmente todavía de donde provendrá el resto, ni cuanto se incrementará la caja publicitaria estatal, ahora en manos de Aníbal Fernandez, para seguir sosteniendo a todos los demás amigos y/o socios del poder que subsisten gracias a ella.
Tampoco explica nadie por qué un esquema de transmisiones deportivas con eje en Canal 7 puso tan eufóricos a los directivos de América TV, Canal 9, Telefe y el grupo Hadad, uno de cuyos mayores aliados y acaso coaccionista, el empresario Gerardo Werthein, salió muy beneficiado desde el vamos por la movida: aparte de ser dueño de la mitad de Telecom, Werthein preside el Comité Olímpico Argentino, adonde irá a parar el 50% de los dividendos del “fútbol libre”.
El jueves a la noche, un rato después del anuncio a medias de Cristina, el principal accionista de América TV, Daniel Vila (quien además preside Independiente de Rivadavia – Mendoza y desea como nada encabezar la AFA), guardó en el cajón su bajo perfil, y se presentó en el programa de Alejandro Fantino para sumarse a los elogios propinados al jefe de Gabinete, “casualmente” de visita en el estudio. A la misma hora, los encargados de la programación de Telefé estaban inhallables: debatían a puertas cerradas cómo darían forma al sumo interés que Claudio Villarruel deposita en la incorporación del popular deporte a su pantalla. Y el 9, donde pisa fuerte Ricardo Palacio (ex secretario de Kirchner en la gobernación santacruceña y antecesor de Tristán Bauer en el Sistema Nacional de Medios Públicos), se colgaba del pasamano del tren bala futbolístico para ver si levanta un poco el planchadísimo raiting.
Una causa justa levantada por quien se autoproclama vicepresidente del mundo, es difícil de digerir. Sería como enterarnos ahora que George W. Bush cumple tareas sociales en Irak. La actitud siempre parecerá demagógica, sospechosa de toda sospecha. Julio Grondona rescindió el contrato más importante de los cinco que lo unían a Grupo Clarín y a Torneos y Competencias desde hacía 18 años. No fue el ex presidente Néstor Kirchner aunque la idea se le atribuya. Fue el patriarca de Sarandí, el mismo que en 1999 reculó en una situación semejante: Daniel Lalín, pionero en quiebras como la de Racing, había arrimado una oferta superadora a la que estaba vigente por los derechos de TV. Varios años después, también rechazaría otra propuesta que acercó Carlos Ávila, el ex zar de TyC por 600 millones de pesos. Igualita a la que acaba de cerrar con el Sistema Nacional de los Medios Públicos.
Tan asombroso resultó el anuncio de la ruptura, que Ernesto Cherquis Bialo, el vocero de la AFA, son su proverbial histrionismo, dijo las palabras mágicas: “Voy a comunicarlo in pectore: vengo a comentarles en el nombre del Comité Ejecutivo de la AFA, que el vínculo con la empresa que hasta aquí ha comercializado los derechos, acaba de finalizar”. Se trata del mismo periodista que solía señalar desde el llano que “en el periodismo deportivo nadie puede hablar en contra del gobierno de la AFA ni de sus integrantes porque no labura más. Su transformismo es un símbolo de lo que pasó. La jugada que armaron entre el gobierno nacional y ese ministerio de Viamonte 1366 donde el Jefe de Gabinetes el mismo desde el 6 de abril de 1979, dejó a muchos boqueando. Casi nadie lo esperaba.
Como en algunas guerras preventivas, el conflicto tuvo un disparador que hoy parece trivial: un reclamo por 40 millones de pesos que agremiados le hizo a los clubes. Esa amenaza de huelga, comparada con lo que vendría después, sería una escaramuza. También el ataque con piedras y palos contra la AFA, cuya autoría Grondona le atribuyó a Juan De Stéfano otro, ex presidente de Racing. Un hecho aparentemente aislado, producto de la inquina que se tienen los dos dirigentes de Avellaneda. De Stéfano desmintió estar a sueldo de TyC, aunque Ávila dijo que cuando él estaba en la empresa, le pegaban como asesor.
Todo este informe fue manifestado confidencionalmente por el periodista Gustavo Veiga, una brillante pluma con valor agregado.
Además vale todo, de los dos.  Clarín que ha hecho escuela sumergiéndose en el fondo de las noticias,  utilizaría sus páginas contra la curiosa alianza entre el gobierno nacional y el vicepresidente del mundo. “Denuncian que Kirchner ahora se mete con el fútbol”, tituló. Casi preguntándose: ¿con nosotros?, cuando aún no era oficial la ruptura del contrato con Televisión Satelital Codificada (TSC), la empresa que había dispuesto pagar 212 millones de pesos por los derechos de TV de los diez partidos de Primera División en la temporada 2009-2010.
Ya era demasiado tarde. Venía asomando otro fútbol para el bicentenario.
TSC es una sociedad que se reparten por partes iguales la productora de TyC y el Grupo económico que encabezaba Héctor Magnetto. La asimetría de sus integrantes, que hace muy visible cómo las decisiones trascendentes las toma Clarín, no impidió que muchos periodistas confundieran sus siglas. Y que se informara Torneos y Competencias allí donde debía decirse o escribirse Televisión Satelital Codificada, a cuyo frente está Leonardo Ellenberg. Se trata del empresario que invito por carta a los presidentes de los clubes a una reunión que nunca se concretó. Grondona había anticipado esa movida, le ordenó a su tropa que no concurriera y se anotó una victoria inicial. Ese fue el primer acto donde Clarín quedó desairado públicamente. Marcelo Bombau, el presidente de TyC, salió a dar la cara por la sociedad de los medios. Y pidió la intervención de la Embajada de Estados Unidos. Internacionalizó el pleito porque dos de los dueños de Torneos son yanquis: DirecTV y Fred Vierra, con un 33.20 y un 26.56% respectivamente.
La antigua diáspora de TyC, que incluye una pelea a las trompadas entre Ávila y Luis Nogal – éste tiene el 23.53% de la compañía -, parece un juego de niños comparada con la puja que se aproxima por los derechos televisivos entre empresarios y oficialistas y adversarios del gobierno.
Daniel Eduardo Vila, el presidente del club Independiente Rivadavia de Mendoza y accionista de América 2 y Supercanal Holding SA, pretendía quedarse con los de la B Nacional. Por ahora no resultó posible porque la AFA mantiene ese contrato específico con TSC (al igual que la B Metropolitana y el del programa Fútbol de Primera). En el pasado, el empresario mendocino demandó a la mismísima Ernestina Herrera de Noble y a Multicanal, antes de que se fusionara con Cablevisión. Además hizo juicios contra TSC y Tele Red Imagen SA (Trisa) como operador de cable. Su relación comercial con Francisco De Narváez y José Luis Manzano, dos de los rivales de Kirchner, es de vieja data. El la vereda opuesta se ubica el grupo Telefónica, propietario de Telefé, uno de los posicionados en esta carrera por los derechos que se licitarán y beneficiario  de la política oficial. Y Daniel Hadad, que controla C5N, a quien le atribuye interés en el negocio que acaba de abrirse. Está claro que trazo grueso del Fútbol pasará por Canal 7, donde su jefe de Deportes, Carlos Asnaghi comenzó a armar –no sin dificultades- el equipo de periodistas para las primeras transmisiones. Los colegas que trabajan en Torneos y Competencias desde sus comienzos o al menos hace dos décadas no parecen demasiado interesados en cambiar de empresa. Una especie de premio consuelo para TyC, además de los contratos que conservó junto a Clarín por los dos campeonatos del Ascenso. Podrá seguirlos transmitiendo por la señal de TyC Sports, que cumplió quince años. Por ellos paga 42 millones de pesos anules, más 14 por el devaluado Fútbol de Primera. Otro activo sustancial para la sociedad que Ávila creó con la venia de Grondona allá por 1985, son los derechos de lo Mundiales. “Es la única productora del mundo que los tiene. En otros países son de las televisoras estatales o privadas”, recordó el empresario lanzado como candidato a presidente de River.
La caída del acuerdo principal con la AFA, que demandará juicios millonarios cruzados, no garantiza la estabilidad de todos en la compañía. “Hasta diciembre”, le puso plazo fijo un vocero calificado de TyC que, además confesó: “Nosotros quedamos peor parados que Clarín. Ellos tiene los cables”.
El contrato que reincidió Grondona es la suma de varios que fueron sufriendo ampliaciones o actualizaciones a lo largo de dieciocho años, entre el 19 de abril de 1921 y el 22 de junio de 2007 ç, cuando se firmó el último entre la AFA y TSC. El fútbol primero cedió un partido los viernes, después otro los sábados, más tarde uno que jugarían los denominados equipos de menor convocatoria y así, sucesivamente, hasta entregar los diez que se disputan por fecha. Ávila el 22 de diciembre de 1997, le había servido en bandeja el negocio a Clarín mediante un contrato entre TyC y TSC por el cual le cedía sus derechos televisivos. A tal punto se confundieron las dos siglas en una sola compañía –sinergia empresaria, que le dicen- que el socio mayor le pidió a Torneos que cambiara de nombre porque se confundía con la señal de TyC Sports, un canal de entretenimiento donde cuestionar a Grondona era pasible de castigo.
Don Julio, por traición, ahora se escribe con Jota, de de Judas. La pelea de fondo entre el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y Clarín sirvió como telón de fondo  la caída de un negocio monopólico donde las imágenes del juego eran secuestradas hasta el domingo a las 10 de la noche y en su reemplazo nos conformaban con retratos de hinchas y tribunas. Los que podían pagar por esa pantalla trasformada en ridículo tapiz, ya no necesitarán irse hasta un bar o pagar el pay per view.
Grondona y su tropa de cadetes aguateros lo hicieron posible. Los que quebraron concursaron o privatizaron clubes. Los que firmaron un comunicados que mueve a risa: “No se trata de justos y pecadores. Tampoco de clubes bien administrados y mal administrados…”. Se trata, sí, de que “nos mean y la prensa dice que llueve”, como citara alguna vez Eduardo Galeano. Hace dieciocho años que en el fútbol nos vienen meando todos. Absolutamente.

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